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Azahar y salitre

El tiempo es algo relativo.

Es curioso ver la forma en que, con los años, aprendemos a apreciar el tiempo y la forma más o menos rápida con que lo vemos pasar. Por ejemplo, cuando tenía 18 años e iba a entrar en la universidad, recordaba el final del Bachillerato elemental (Lo que hoy vendría a ser 1º de E.S.O.) como una época muy lejana, cuando en realidad habían transcurrido apenas cuatro años. Y ahora, cuando recuerdo el nacimiento de mis hijos, me parece como si hubiera sucedido todo ayer mismo, y en realidad han pasado 16 -18 años.

Tal vez influya un poco el que, cuando somos más jóvenes, queremos vivir muy deprisa, como si el día que vivimos parece que vaya a ser el último, y sólo queremos mirar hacia adelante, aún a sabiendas de que el futuro tal vez sea incierto, pero al menos lo asumimos con ilusión o...¿Acaso no se dice aquello de "La Ignorancia es atrevida"?

A veces, al echar la vista atrás, nos solemos hacer la pregunta de "¿Qué haría sucedido si...?", como si todavía pudiera haber una mínima posibilidad de volver atrás, y reparar los errores cometidos,  que tal vez tuvieron su importancia en nuestras vidas...

También, en muchas ocasiones, nos hubiera gustado poder paralizar el tiempo, sobre todo en aquellos casos en que vivimos alguna circunstancia cargada de felicidad, que nunca hubiéramos querido perder, pero ésa es otra historia.

Lo siento, pero hoy me encuentro muy nostálgico.

1 comentario

susana -

Es curioso porque yo recuerdo mis dieciocho como si fuera ayer, y sin embargo el nacimiento de mis hijos como algo muy lejano. La memoria es muy extraña. Pero lo importante es tener más recuerdos positivos que negativos. Un beso.