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Azahar y salitre

Roma, ciudad abierta, ciudad eterna. (3)

Se me olvidaba contar, como anécdotas simpáticas de la cena en la "trattoria" de al lado del B & B, las caras que ponía mi hija cada vez que le decían "signorina", así como la extraña obsesión que tenía el camarero por si le habían puesto poco queso parmesano en la pasta, que según mi hija estaba estupenda. Tras los postres, me invitaron a una copa (En Italia tampoco se sirve alcohol a menores), aceptando que me pusieran un "limoncello", especie de aguardiente con sabor a limón, que se sirve muy frío, en una especie de vasos como los de los chupitos, pero más largos y gruesos. Le dije a mi hija si quería mojarse los labios, por que supiera a qué sabe, y lo probó, pero en seguida me dijo:¡¡Papá!! ¡¡Pica mucho!!, partiéndome de risa al ver su cara...

Ya en el alojamiento, estuvimos viendo la televisión un rato, pero como estábamos tan rendidos de tanto caminar, y había que aprovechar el tiempo que, por culpa de la lluvia, no habíamos disfrutado, nos dormimos muy pronto. Por la mañana, nada más levantarme, miré por la ventana y me alegró ver que el cielo estaba algo más despejado, aunque se veía alguna nube. Al igual que el día antes, tras ducharme y arreglarme, desperté a Sherezade y me fuí a por la bebida caliente del desayuno, que también tomamos en la habitación, y salimos enseguida a continuar viendo Roma.

Consulté en un plano del Metro, y teníamos muy cerca una estación, que apenas quedaba a cinco de la del Coliseo, por lo que fuimos a coger ese medio de transporte y...¡¡Hay que ver lo brutos que son también los maquinistas del Metro de Roma!! Aquello daba unos tirones fortísimos al arrancar, y las frenadas eran de aúpa, por lo que salimos de allí muy aliviados cuando llegamos a la estación que nos tocaba.

El Coliseo, a pesar de su estado, es impresionante, e imagino que, hace dos mil años, cuando estaba en activo, debía imponer mucho su aspecto, teniendo en cuenta la época en que Roma era la capital del mundo. Hicimos algunas fotos, compramos unos pequeños recuerdos, y estuvimos paseando por aquella zona, llena de historia y de "piedras viejas", que quedaron para recuerdo de época pasada. Rodeamos todo el complejo del foro romano, pasamos junto al Arco de Constantino (En donde, por cierto, estaban montando unas tribunas para el acto de fin de campaña electoral de Berlusconi), descansamos un rato junto a lo que queda del Circo Máximo, donde mi hija se quedó boquiabierta al ver a dos "carabinieri" (Hombre y mujer), a caballo, con uniforme de gala. Y la verdad es que imponía verlos. Por cierto, que anduvimos un rato por lo que eran los restos de una calzada romana, con enormes piedras, que nos destrozaban los piés. Y yo imaginaba cómo lo debieron pasar las legiones romanas, caminando por aquella vía, cargados con la impedimenta, la coraza, el armamento, etc., desde allí hasta Hispania...

Antes de abandonar aquella zona y dirigirnos hacia el monumento a Victor Manuel, el rey unificador de Italia, tomamos unos "capuccinos" para reponer fuerzas, y en una platería artesana, en donde trabajaban a mano reproducciones de joyas romanas, le compré a mi hija una pulsera de plata, de ese dibujo llamado "greca", que le encantó. Como anécdota, cuando fueron a envolvérsela, mi hija prefirió llevarla puesta. Hice que le enseñara la muñeca donde lleva otras y le dije al platero: "Fa collezzione" (Hace colección), lo que le hizo poner una cara entre asombrada y divertida.

Pasamos por delante de la columna de Trajano y nos encaminamos de nuevo hacia la Vía del Corso, para dirigirnos otra vez a la Fontana de Trevi, pues Sherezade se había quedado prendada de aquel monumento. Como el tiempo había mejorado, aquello estaba mucho más lleno de gente que el día antes, por lo que el ambiente era impresionante. Compramos unas camisetas "souvenir" con motivos de Roma e Italia. Es decir, que de nuevo nos vimos cargados con bolsas de compra, por lo que decidimos posponer la visita al Vaticano para la mañana siguiente, a fin de ir más ligeros.

De allí, nos dirigimos hacia la zona del Castillo de Sant Ángelo, en donde también había unos artistas callejeros, de los que imitaban estátuas. Allí, en los puestos callejeros, compré a mi hijo un par de cinturones (Uno de Dolce & Gabanna y otro de Giorgi Armani). No sé si eran falsos u originales (Con alguna tara), pero os aseguro que la calidad era muy buena, y no se parecían en nada a esos pirateados que por aquí se encuentra entre los "manteros". Me habían dicho que en Roma se encontraban bastantes complementos de ropa originales, sobre todo bolsos y cinturones, muy baratos, por ser de restos de temporada, modelos anticuados o de los que "desaparecen" de los talleres clandestinos a los que los fabricantes entregan género para confeccionar. El caso es que mi hijo casi daba saltos mortales cuando se los dí, de regreso en casa.

Comimos en otra "trattoría", y no es que fuera mal sitio, pero echamos de menos el trato de la que había junto a nuestro alojamiento. éso sí, el local era de un diseño muy moderno, cuidado y todo muy limpio, con su mantel de tela adamascada, impecablemente blanco, y con la comida muy bien presentada. Yo pedí un plato de "pollo a la romana" (Que, por cierto, se parece mucho al que nosotros en España llamamos "al chilindrón"), mi hija unos "tortellini", y de postre unos "tartufos", el de Sherezade de chocolate "bianco" y el mío "nero".

Nuevamente agotados por la caminata, regresamos al B & B, y dejé a mi hija descansando en la habitación. Yo me fuí a la estación Términi, desde la que debíamos coger el autobús para el aeropuerto al día siguiente, a fin de cerciorarme bien del punto de salida, horario, etc. Detrás mismo de nuestro alojamiento paraba un autobús que, en cinco paradas nos dejaba en Términi. Me aseguré bien de todo, y así no teníamos que perder tiempo en averiguar nada, máxime si tenemos en cuenta que, al día siguiente, íbamos cargados con el equipaje. Y es que los taxis en Roma son carísimos.

De vuelta en la habitación, salimos a comprar algo para cenar, decubriendo en la misma calle un establecimiento de "pizza al taglio", donde compramos tres enormes trozos, de diversas calidades, y al lado había una heladería artesana, donde compramos una tarrina de medio litro, de helado de crema y de yogur, de lo cual dimos cuenta en nuestro alojamiento. Y es que comer siempre en restaurante sale muy caro en Italia, por lo que habíamos decidido alternar las formas de hacer las comidas principales, aunque sin pasar hambre.

Otra vez estuvimos viendo un rato la televisión, en la que se emitían series que ya conocíamos (Jag, Los Simpson, Andy McDowell, etc.), pero en italiano, por lo que me tocaba ir traduciendo a mi hija, que decía no se enteraba si hablaban demasiado deprisa. Nos pusimos también a preparar las maletas, dejando todo ya bien distribuido, sobre todo pensando en el peso, de cara a facturar la maleta en el avión, ya que lo que debíamos comprar en el Vaticano, al día siguiente, podía llevarlo mi hija en su bolsa de mano, ya que no pesaba.

Y nos dispusimos a pasar la última noche en la Ciudad Eterna...

(Continuará)

4 comentarios

Fer -

Buf, a mí el Coliseo me encantó (a pesar de que la Esteban llegara a comentar que le hacía falta una manita de acuaplás). Lo único insoportable fue el calor que pasamos -era pleno agosto a las cuatro de la tarde-, pero compensó de sobra la visita.
Por cierto, que si quieres conocer mejor cómo funciona el tinglado de la venta de ropa en mercadillos y top-manta en Italia es muy recomendable el libro "Gomorra". No sólo explica con detalle ese tema, sino otros muchos casos que aclaran por qué Italia es tan... digamos, peculiar respecto a la política y la economía.

Luna -

Qué faena la lluvia. A mí me pilló con mis 39 pollitos en una zona en la que no podíamos resguardarnos... Menos mal que al final ninguno se puso malo.

Un beso!

susana -

Me parece que el primer camarero quería ligarse a tu hija. xD. Lo que me impresionó del Coliseo es lo altos que son los escalones. Se ve que estaban fuertes los romanos. Gracias por tu relato. Un beso.

Mikhon -

Una vez probé el limonccelo, pero no me gusto en absoluto, demasiado fuerte para mi gusto (aunque igual no me lo tomé muy frío).
Con todo lo que estas contando me entran ganas de conocer Roma, lo malo es que las vacaciones de este año ya las tengo cogidas, quizás el año que viene...