Asignatura pendiente.
No me quiero referir a esa película de 1977 que tanto éxito tuvo en su día, sino a una circunstancia que estoy seguro todos hemos tenido que afrontar alguna o varias veces a lo largo de nuestra vida, especialmente en el terreno sentimental.
En mi caso, digamos que se llama P***, y fué compañera mía de estudios a lo largo de los cinco años que duró nuestra carrera. Aparte de buena compenetración durante nuestra etapa universitaria, estudiando o preparando exámenes y trabajos de diversas asignaturas, también vivimos buenos momentos en nuestros ratos libres, yendo al cine, al teatro o a tomar alguna cosa en las zonas de ocio que había por Valencia.
También debo decir que me fué de gran ayuda en un par de malos momentos personales, apoyándome y dándome ánimos para superarlos a pesar de tratarse de temas puramente personales no académicos.
Dado que en la facultad siempre íbamos juntos, especialmente a la hora de confeccionar algún trabajo, al sentarnos para compartir apuntes o para hacer alguna consulta al profesor de turno, en clase nos decían algunos compañeros si había algo especial, y nosotros ni confirmábamos ni desmentíamos nada, mientras intercambiábamos alguna que otra mirada cómplice.
A pesar de la mútua empatía, nunca se nos ocurrió decir nada acerca de dar un paso y pasar a un tipo de relación más personal. Tal vez por miedo al rechazo, o a lo mejor fué por miedo a que esa química que había entre nosotros pudiera estropearse. Años después de todo aquello, me he preguntado una y mil veces si aquello fué un amor platónico. ¿Quién sabe...?
A poco de haber terminado la carrera, echando mucho de menos esa relación, fué cuando se me ocurrió proponerle ese paso que nunca nos decidimos a dar, pero ya era tarde pues ella había comenzado una historia con otra persona, pero que nuestra amistad no tenía por qué romperse. De hecho, aún llegamos a vernos de vez en cuando e incluso hablamos por teléfono en alguna ocasión.
Por éso, cuando ella enviudó de forma inesperada, me sentí muy mal al enterarme, por no haber podido acudir a apoyarla en tan duro momento. Su marido era muy buena persona, simpático y atento, por lo que me dió rabia el ver cómo a veces la vida se ensaña con quien menos lo merece.
Años después, todavía hablemos por teléfono alguna que otra vez, y Pilar lo sabe, pues le conté la estupenda relación que hubo hace años. Cuando hablo con ella, lo hacemos preguntando por antiguos compañeros, por anécdotas de la universidad o por nuestras respectivas familias, pero nunca lo hacemos por "lo que pudo haber sido y no fué".
Por cierto, basándome en ese personaje de tan grato recuerdo hice un relato titulado "Reencuentro", que publiqué en el portal "loscuentos.net" y en el desparecido "Grupobúo", por si alguien quiere leerlo.
Es curioso, pero "asignatura pendiente", "ángel protector" y "amor platónico" empiezan por las mismas letras (A y P).
¿Casualidad o broma del Destino?