17 años ya.
Pues sí, parece mentira lo rápido que pasa el tiempo, pero mañana, 24 de Agosto, mi hija Sherezade cumple 17 años. Ahora está viviendo una etapa bonita, que creo todos añoramos, pero también plagada de riesgos, consecuencia muchas veces de la poca experiencia ante la vida que ahora empieza a ver con ojos de adulto, pero tal vez con ganas de vivirla demasiado deprisa. Y el deber de los que somos padres es vigilar, sin agobiar, para que los hijos puedan disfrutar mientras puedan, sabiéndose al mismo tiempo protegidos.
Recuerdo que fué un caluroso domingo de Agosto cuando ella vino al mundo, anticipándose quince días a la fecha prevista, en principio, por el tocólogo. A mi me tocó vivir en soledad la espera, en la antesala del hospital, en plena medianoche. Cuando por fin me anunciaron que había nacido mi hija, y me permitieron pasar a ver a mi mujer, la enfermera se extrañó de que fuera solo, a lo cual le respondí: "Es domingo, estamos en Agosto y se ha adelantado dos semanas. ¿A quién encuentra usted en Valencia?" Lógicamente, no tuvo más remedio que darme la razón...
Hoy, mirando el tablero de corcho que hay en su cuarto, en el cual hay pinchadas muchas fotos, de diversas etapas de su vida, puedo apreciar cómo ha ido evolucionando, lo rápido que ha ido transcurriendo el tiempo, y lo mucho que se parece a mi madre, esa abuela a la que, por caprichos dolorosos del Destino, nunca pudo llegar a conocer.
Ya he encargado a una de mi vecina del piso de abajo, una argentina que cocina como los ángeles, que para mañana por la noche nos prepare una empanada criolla, que a mi hija le encanta, para comerla en familia durante la cena. Mañana compraré una tarta pequeñita, para los cuatro de casa, y así celebrar el cumple como mandan los cánones, pues decía mi madre que si no hay pastel, es como si no se celebrase nada. No sé qué comprar para regalarle, tal vez alguna sortija de plata, tal vez algo de ropa, o a lo mejor unas flores, ya que le encantan, al igual que a PIlar. Ya veremos.
Por otra parte, o comento que Neko se nos accidentó el martes en casa. No sé cómo, pero se subió al armario de la habitación principal, y al bajarse debió caer en mala postura (Cosa rara en un felino), y se rompió el fémur. Ayer sábado lo operaron, lo cual no fué fácil, pues la mayoría de los veterinarios están de vacaciones, y hoy domingo nos lo hemos traido ya a casa, tras pasar por un post-operatprio sin complicaciones, en principio. Da una extraña impresión verlo con uno de sus cuartos traseros rasurado, y con una gran cicatriz, así como ese curioso dispositivo llamado "collar isabelino" alrededor de su cuello, para evitar que se lama la herida y se pueda quitar los puntos, pero al menos ya está en casa y parece que se va recuperando bien. Ya os contaré.
5 comentarios
nina -
Sí, cuando a las mascotas les pasa algo es horrible. Ya ves el disgusto que tuve cuando operaron a mi ratita. Son uno más en la familia, está claro.
Besos!
Ezne -
Espero que Neko esté mejor! Jo, que penita de verdad!!!!!!
Un Besote
Artabria -
Que se recupere pronto Neko.
susana -
cris -
Y el peke gatuno, pobrecito... menudo susto... espero que se recupere pronto y sin demasiada complicación.
Ya nos contarás.
abrazos desde una achicharrada sierra madrileña (qué calor.... uffff)